miércoles, 10 de julio de 2013

Revolución mexicana contra las viviendas de una sola habitación

por Javier Bleda

  Hace poco el presidente de México, Enrique Peña Nieto, manifestaba que el gobierno federal no va a apoyar la construcción de viviendas de una sola habitación porque con ellas no se ofrecen las mínimas condiciones de vida digna a los mexicanos. Estoy de acuerdo con el Presidente, incluso hoy se ofrecen mejores condiciones a los animales en las granjas, no se pueden plantear viviendas pretendiendo meter a toda la familia en una sola habitación y después cantar a los cuatro vientos lo mucho que se está haciendo por resolver el problema habitacional para la población más desfavorecida.

Recuerdo que en 2004, cuando se estaba preparando la guerra en Costa de Marfil, llevé a un arquitecto belga recién llegado al país a comer a casa de una familia que mantenía una estrecha relación conmigo. La familia vivía en uno de los suburbios de Abidjan y estaba compuesta por 9 miembros, la madre viuda, 7 hijos e hijas directos y una niña de 9 años adoptada porque a sus padres los habían matado los rebeldes, igual que al padre de la familia. La intención de la familia, a pesar de su extrema pobreza, era agasajar a mi invitado recién llegado invitándole a comer a su casa, pero había cierta información crucial que ambas partes ignoraban, de una, el arquitecto era un hombre de sesenta y tantos años altamente sofisticado y exquisito, de esos que no salen a la calle si se les ha terminado la colonia que usan habitualmente, en este caso Davidoff. De otra parte, la familia vivía al completo en una sola habitación de unos 10 metros cuadrados (en el mejor de los casos), y compartían baño con otras tres familias. Por si faltaba algo, para llegar a la vivienda era necesario pasar caminando por una serie de calles angostas cuyo firme de tierra había sido labrado por la lluvia.

No hace falta ser muy inteligente para imaginar la cara que puso el arquitecto al llegar a la habitación-vivienda y ver a toda la familia reunida esperándonos para comer con una enorme sonrisa en la boca (tengamos en cuenta que yo no le había advertido sobre las dimensiones del hogar que ese día nos acogía). Evidentemente me preguntó que cómo era posible que una familia tan grande pudiera vivir allí hacinada, e incluso consultó con la cabeza de familia cómo hacía para ordenarlos a todos sobre el suelo a la hora de dormir. La respuesta, como no podía ser de otra manera, era que Dios les daba fuerzas cada día para sobrellevar la situación, pero que estaba segura que a Dios también le agradaría que pudieran tener una casa un poco más grande.


Por eso estoy de acuerdo con el presidente mexicano, porque no es de recibo que no se tenga en cuenta que las familias tienen (tenemos) necesidades muy parecidas en todas las partes del mundo, aunque evidentemente con unos ciertos condicionantes culturales diferenciadores a nivel local. Está claro que multiplicar los metros cuadrados necesarios  por el precio de costo de construcción de cada uno de esos metros, nos lleva a veces a cifras escandalosas cuando quienes las tienen que asumir son familias que pelean cada día por mantenerse en pie, de ahí que cuanto más pequeña sea una casa menos cueste construirla y más accesible sea. Pero, si es que vamos a mantener esta ecuación constantemente, entonces hemos de buscar otro nombre para el resultado de la misma, porque precisamente llamar “vivienda” a algo así es poco menos que un despropósito. Vivienda es el lugar donde tienen lugar los actos más íntimos de nuestra vida, donde las familias toman forma y se desarrollan convirtiéndose en algo entrañable cuyo nexo nos acompañará el resto de nuestras vidas. Una vivienda es algo más que cuatro paredes, es el templo donde la familia dejará la huella de su paso por esta vida, el lugar donde siempre regresamos, la herencia de los padres, por eso los que nos dedicamos a facilitar el acceso a ellas debemos hacerlo con el mayor de los respetos consiguiendo (no solo intentando) que las viviendas sean viviendas más allá de su nombre, sin que por ello deban dejar de ser totalmente accesibles.

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