viernes, 26 de julio de 2013

Businessman

Por Javier Bleda


Durante años de mi relación con la vivienda social en África siempre ha habido una discusión recurrente respecto a la calidad que debiera tener una vivienda económica. Al parecer, la construcción de este tipo de viviendas no viene obligada a guardar unas mínimas normas estructurales, y de calidad de los materiales, que garanticen que la vivienda va a durar más tiempo del que se tarde en pagarla. Es como si las vidas de los menos favorecidos y sus familias costasen menos y, por ello, no pase nada si se les cae la casa encima sin ni siquiera ser necesario que medie un terremoto para ello.

Este debate bien podría presentarse como una cuestión simplemente económica porque, no es que aparentemente no se les pida una serie de características técnicas a este tipo de construcciones, sí que se les piden, pero como la clientela no tiene suficiente dinero no queda más remedio que adaptarse a lo que hay si quieren tener una casa, según cuentan los operadores implicados en proyectos, autorizaciones y control de obras, porque lo que es a la mano de obra parece que no se le puede pedir mucho más de lo que se le pide, si no concurre una formación profesional previa.

Pero con todo, lo que siempre me ha parecido más surrealista es que, travestida tras los ropajes de la consabida costumbre local, se haga creer en la idea de que a la gente hay que darle lo que conocen porque, de lo contrario, van a pensar que las casas están mal hechas. Me gustaría traer a colación una reciente y encendida conversación que mantuve con el presidente del colegio de arquitectos de un país africano, respecto a la necesidad de modificar ciertas técnicas de construcción en un determinado gran proyecto de más de cinco mil unidades, y más en particular que esas modificaciones afectasen a la cimentación de las viviendas por encontrarse en terreno arenoso. Ya para comenzar, sin entrar en más detalles, era algo más que complicado conseguir hacerle ver que la técnica utilizada de manera general en todas las construcciones en su país era altamente peligrosa y no ofrecía la menor garantía, y no estaba yo solo en el debate con él, sino que un ingeniero español apoyaba mis palabras haciéndole croquis de mis argumentos al presidente de los arquitectos para una mejor comprensión del asunto. Y lo peor es que no se trataba de incrementar el costo de construcción, sino que dicho costo ya previsto se mantenía, sólo era cuestión de hacer las cosas de manera diferente.

Después de casi dos horas en las que nos dijimos de todo, este hombre que ocupaba un puesto de tan alta responsabilidad terminó por decirme lo siguiente (cito textualmente): “Mire usted, Sr. Bleda, puede que ustedes tengan razón en sus planteamientos técnicos y estás modificaciones ofrezcan una mejora importante en lo que compete a la seguridad, pero aquí la gente ya está acostumbrada a que las casas se hagan de una manera determinada y saben que puede haber fisuras importantes que necesiten grandes reparaciones, pero eso forma parte de la costumbre local. Si usted ahora cambia eso y luego hay un solo problema van a decir que eso ha pasado porque se ha utilizado la técnica del blanco. Si quiere que le sea sincero, yo soy un Businessman y lo que quiero es ganar dinero con los menores problemas posibles”.

Y no es el único caso, como comentaba al principio, durante años he tenido enfrentamientos similares y respuestas parecidas, todas se escudaban en la costumbre local de cómo construir. Sin embargo, cuando cojo a un cliente por mi cuenta y le explico las cosas como son, no es que no me ponga pegas, sino que me exige de una manera positiva que le haga su casa como yo digo, porque ha comprendido que el sistema tradicional tiene enormes errores de bulto. Y este cliente, que no ha necesitado tocar la llaga para creer, se convierte en un elemento de marketing de considerables proporciones, porque va a hacer del boca a boca un hábito de vida para contarle a todo el mundo que su casa no tiene nada que ver con las otras.

Naturalmente, yo no soy nadie para exponer cuestiones técnicas que afecten a la construcción de una vivienda, pero todos mis criterios se basan en el conocimiento y el saber hacer acumulado de técnicos profesionales, principalmente españoles, y también de otros países, que son conscientes de que la seguridad de una familia no puede estar ni directa ni indirectamente relacionada con los negocios, con los Business como decía el presidente de los arquitectos de un país donde, cada poco, se puede asistir al hundimiento de un edificio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.